Cuchame una cosa

Por Ornella Taricco
A mitad de cuadra me saqué los lentes. Decidí confiar en mis oídos y en la cualidad sonora de casi todo lo que me rodeaba. Pensé en cruzar la calle con los ojos cerrados. Desde la vereda, escuché que frenaron los autos que estaban delante mío. Evidentemente, el semáforo estaba en rojo: una capa de autos empezó a deslizarse por mi costado de forma paralela a la dirección en la que yo tenía que caminar. Se alejaban rápidamente hacia adelante. La sensación era de protección; nadie se metería en esa barrera, simplemente por cómo sonaba…