Cuando el cine se responde a sí mismo

Por Florencia Macario

Hacer cine raramente resulta una actividad taxativa. Por el contrario, las personas que se dedican a hacer una película en algún momento de su vida, lo hacen cargadas de preguntas, de dudas y cuestionamientos que van impregnando toda la obra. Algunos artistas, han sabido retratar esa tumultuosa reflexión sobre algún asunto del mundo, y al mismo tiempo, dar cuenta del proceso y de las inquietudes que se desprendieron de él. En este sentido, el cine documental ha sido el espacio de muchos cineastas para plasmar algo así como un conjunto de metapreguntas sobre las imágenes, los modos de representar, y en definitiva, sobre el cine. Se han generado así, películas en las que el cine se interpela a sí mismo, aunque sea de a partes.

En As I was moving ahead occasionally I saw brief glimpses of beauty (2000), Jonas Mekas comienza poniendo en evidencia sus dudas respecto al montaje de las imágenes de la película. Relata, con una voz en off, que la primera idea que se le viene a la cabeza es ordenar todo ese material cronológicamente, pero que después cambia de idea, y lo une con una impronta azarosa, porque nunca supo bien dónde comienza y dónde termina su vida. El des-orden del montaje, responde a un pensamiento que no sólo tiene que ver con el cine, sino que puede ser entendido como filosófico. Lejos de ser una decisión puramente técnica, se corresponde con lo que el director siente respecto a la vida; y lo reconoce narrando que no sabe realmente a dónde pertenece cada pedazo de su vida.

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As I was moving ahead occasionally I saw brief
glimpses of beauty, de Jonas Mekas (2000)

En otros casos, algunas películas se convierten en retrospectivas; instancias de revisión sobre los modos de hacer cine, tanto en la obra propia, como en la de otros cineastas. Un ejemplo del primer caso, es el documental Les plages d’Agnès (2008), dirigido por Agnès Varda, que apareciendo en la pantalla en distintos escenarios, va compartiendo pensamientos sobre su vida y sobre la manera en la que se ha encontrado haciendo cine a lo largo de los años. En la primera escena, esta viejita insólita camina por una playa ventosa, y juega con espejos para mirar/mostrar a sus compañeros, agradeciendo el hecho de que entren en el sueño de hacer películas, y que la acompañen en algo imaginario que hasta ella desconoce. Al mismo tiempo, justifica y nos cuenta por qué esa es la primera locación de la película: propone que si se abriera a las personas, se encontrarían paisajes; y que si ella fuera abierta, encontraríamos playas.

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Les plages d’Agnès, de Agnès Varda (2008)

Respecto al segundo caso, algunos directores eligieron realizar películas en las que se repiensa el cine creado por otro director. En una primera mirada, pareciera que simplemente son obras regidas por una especie de idolatría cinematográfica, pero en realidad tienen el potencial recuperar lo extratextual; todos los pensamientos que rodearon a una película, pero que no necesariamente fueron explicitados en ella. Por ejemplo, en el documental ¿Qué historia es ésta y cuál es su final? (2013), José Luis Torres Leiva detiene su mirada en el documentalista chileno Ignacio Agüero.

En esta película, Agüero se sienta con la montajista de sus últimos trabajos, y le va mostrando fotos familiares. A medida que recuerda, entrelaza el relato de la fotografía, con el relato sobre las películas que estaba realizando en aquel momento. De esta manera, reconstruye su carrera, y las miradas sobre el cine en cada etapa de su vida. En un fragmento, Torres Leiva retrata a Agüero hablando sobre su propio cortometraje Como me dé la gana (1985), y reconociendo que ese trabajo significó una manera de responderse a sí mismo qué podía hacer con el cine, a partir de entrevistar a los pocos cineastas que hacían películas durante la dictadura militar chilena.

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¿Qué historia es ésta y cuál es su final?,
de José Luis Torres Leiva (2013)

En definitiva, estos son sólo algunos ejemplos de documentales que desarticulan sus componentes para poner en diálogo el hacer. La inclusión (o no) de estas reflexiones respecto a la realización cinematográfica no es azarosa, y (al menos para mí), implica una manera de visibilizar el proceso de creación. Significa posicionarse como parte de la construcción de los discursos, y habilitar la transparencia respecto a las dudas, a las inquietudes, inseguridades, etcétera, reconociendo un saber no-concluido. Es así; por más de que parezca un enredo, el cine tiene preguntas para hacerse a sí mismo, y a veces, se da lugar para intentar responderse también en forma de películas.

 

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